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Artículo publicado en febrero 2020

Uno de los alimentos más característicos de la cocina popular en América Latina son los frijoles, las lentejas, las alverjas y los garbanzos, a los cuales les llamamos granos. Sin embargo, su verdadero nombre es legumbres.

Estas son semillas secas que crecen dentro de las leguminosas, a las que también se le  conocen como guisantes. En este orden de ideas, las leguminosas son el tipo de cultivo que produce alimentos dentro de una vaina (cáscara), y las legumbres son las semillas que crecen dentro de la vaina.

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Las más comunes son los frijoles, garbanzos, habas, arvejas y altramuces. Otras semillas como frijoles verdes, soja, maní y alfalfa, pese a crecer en una vaina, no son consideradas como legumbres sino como vegetales y hortalizas según la FAO.

Se dice que estas hacen parte de los alimentos más antiguos en la historia del hombre, incluso su domesticación para el consumo se registra mucho antes que el maíz o el trigo, logrando convertirse con el paso del tiempo, en un alimento universal que se cultiva en todos los suelos, excepto en los polos y zonas desérticas.

Con su extensa producción geográfica, las legumbres presentan una gran diversidad gastronómica con infinitas recetas deliciosas como guisos, harinas, purés, guarniciones, aperitivos o postres que se degustan en cualquier continente.

Estas semillas de tamaños, colores, sabores y formas diversas serán el superalimento del futuro. Principalmente porque se producen en todo el mundo, además de que poseen un alto nivel nutritivo. Incluso, su consumo representa una de las mayores fuentes de alimentación en zonas como África subsahariana y América del sur, sin embargo, para lograr la seguridad alimentaria en el 2050, será necesario incrementar en un 70% su producción.

Otras razones por las que se consideran “granos de oro” es por su facilidad en la preparación y conservación, ya que su cocción solo necesita de agua, y su almacenamiento puede dejarse hasta por año y medio en recipientes de vidrio bien sellados.

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Legumbres y sus 5 aportes al mundo

1. Son uno de los alimentos más nutritivos del mundo, su producción aporta al hambre cero y reduce los niveles de desnutrición.
2. Su consumo reduce el riesgo de enfermedades relacionadas con el sobrepeso, además ayuda a la salud en general.
3. Su cultivo reduce los gases de efecto invernadero y absorbe más carbono que otras plantas.
4. Su producción de nitrógeno da fertilidad a los suelos y favorece a la calidad de otros cultivos sembrados a su lado.
5. Su coste de producción para los agricultores es bajo, y los consumidores pueden comprarlos a bajo precio, contribuyendo así a la reducción de la pobreza.