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¿Cómo se imagina la ciudad a la agricultura?

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Un imaginario distorsionado y errado, producto de la desinformación y la falta de interés por el tema agrario han llevado a que la agricultura tenga que pensar en retos para ganar mayor comprensión y confianza de los consumidores.
Para profundizar en esta temática El Agricultor Primero invitó a periodistas y académicos de Colombia, Brasil y Guatemala a reflexionar sobre los imaginarios de los citadinos hacia el campo y a la agricultura.

COLOMBIA
La brecha entre el campo y la ciudad se mantiene

Con la colaboración de Miguel Jaramillo Ángel, Periodista

Preocupa el desconocimiento que hay desde las ciudades sobre lo que pasa con el agro colombiano, la forma en que se cultivan y producen los alimentos, quiénes y cómo lo hacen, qué está en juego, qué implicaciones tiene para la economía del país, además poco se valora el rol que juegan los agricultores, sin importar en qué nivel de la cadena de producción agrícola se encuentren.

En las ciudades de Colombia, especialmente las más grandes, se ha olvidado que en el área rural hay aproximadamente 7,1 millones de personas (según cifras del censo poblacional realizado por el Departamento Administrado Nacional de Estadística, DANE, 2015) y que buen número de éstas trabajan a diario para que tengamos múltiples opciones a la hora de elegir qué vamos a comprar para alimentarnos.

Sociólogos, antropólogos, historiadores, politólogos y abogados coinciden en que a la agricultura no se le ha dado la importancia que merece y la brecha entre el campo y la ciudad se mantiene.
La visión que se tiene desde las ciudades sobre el trabajo que realizan los agricultores es muy limitada, distorsionada o errada y esto sucede porque hay un alto grado de desinformación y desinterés. “Las personas entienden que lo que necesita del campo, que puede ir desde los nacimientos de agua, el cuidado de frutas, verduras y cereales, simplemente se lo suministra la actividad del comercio y no son conscientes de todo lo que implica el oficio de la agricultura y de los riesgos a los que se expone el agricultor, que compromete su vida, su integridad, su familia, su tiempo e incluso las dificultades que puede tener al invertir su capital”, agrega Milton César Jiménez, abogado y docente universitario.

También hace énfasis en que hoy desde la ciudad se percibe que la tecnología agroindustrial generalmente no es amigable con el ambiente y existe una visión desfavorable, “si la agricultura no va a cambiar esa imagen, si los agricultores no se asocian y empiezan a mostrar que utilizan prácticas responsables, vamos a ver un deterioro mucho más grande de esa concepción negativa de la producción tecnificada”, alimentada por un ambientalismo radical que parece mostrar que toda la producción agrícola fuera negativa, agrega Jiménez.

“La gente no conoce a fondo la agricultura” Miltón jiménez

Milton César Jiménez, abogado y docente universitario, explica cuál es el imaginario que se tiene desde las ciudades sobre el agricultor: “No se puede hablar de un imaginario concreto, la gente no conoce a fondo lo que es la  agricultura. Pensar en un escenario verdaderamente tecnificado, moderno y que lea desde el campo lo que necesita la ciudad es algo que apenas está pasando. Cuando el análisis se realiza a la inversa, en el que la ciudad sea grata y solidaria con el campo, que valore los productos que le entrega y la sostenibilidad que le da a las urbes y a las vidas de las familias, nos encontramos que ese imaginario no está presente, y lo que sí se evidencia es una percepción que puede terminar siendo despectiva, lo que es muy preocupante”.

Sobre las brechas que hay en la relación ciudad-campo y el impacto que esto genera en la sociedad, el sociólogo e historiador Emilio Arenas afirma que el resultado de todo esto tiene una connotación política tremenda porque en las ciudades somos conscientes que no producimos comida, pero tampoco sabemos cómo se produce. El concepto de agricultor que hay en el imaginario de las personas se quedó obsoleto y se debería replantear.

Juan Camilo Arroyave, politólogo y magíster en Ciencias Sociales,  comenta que en este momento la gran pregunta es cómo cambiar el imaginario de tanto tiempo y afrontar el reto que nace con ello, pues no solo se trata de diversificar los cultivos o adquirir tecnología, se tiene que fortalecer todo, desde el pequeño hasta el gran agricultor. Es una discusión amplia y relevante, porque finalmente hay que volver a darle un sentido y relevancia a las personas que cumplen esta labor tan importante como es la agricultura.

La brecha entre el agro y la ciudad se mantiene

Arenas agrega que es importante acotar que se ha abierto una brecha muy grande entre la ciudad y el campo, pero no tanto por la desigualdad sino por el efecto que han generado los medios de comunicación que privilegian las escenas de vida urbana y el consumo, llevando a que la ciudad sea lo ideal y el campo tome un matiz vergonzante. Desde una perspectiva histórica la brecha campo-ciudad se puede explicar por las relaciones entre esclavos y amos, entre aborígenes y conquistadores y hoy entre campesinos trabajadores y empresarios dueños de la tierra, comenta Enrique Quintero, abogado, docente y  experto en Derecho Constitucional.

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