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2019, un mal augurio para los caficultores

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El café es la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua, tanto así que a diario se sirven mil cuatrocientos millones de tazas. El café llega a nuestras mesas gracias a la producción cafetera por la que se destacan algunos países de América Latina como: Ecuador, Colombia, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Brasil. Países que a través de la historia han hecho del grano de oro toda una tradición e incluso un negocio familiar, que ha acercado a las generaciones más jóvenes al oficio de ser caficultor.

Así lo destaca Joel Ortuño, un joven nicaragüense que agradece a sus papás por haberle heredado todo lo que se debe hacer para producir un buen café.

“Todo comenzó con mis padres, quienes iniciaron con unas pocas matitas de café que fueron creciendo con el paso del tiempo hasta llegar a convertirse en una cantidad considerable. Siempre me enseñaron a trabajar con este cultivo, desde la semilla, su siembra, su crecimiento, su abono y todo lo que se debe aprender para tener un café de calidad. Desde entonces hemos trabajado duro hasta el momento de llegar a tener una finca certificada y entre las de mejor calidad en la zona”, asegura Joel.

El café es uno de los pocos cultivos que en la actualidad es cosechado de forma manual. Sin embargo, no deja de lado el buen uso de tecnologías para su producción como fertilizantes, semillas y productos de protección contra las plagas y enfermedades agrícolas.

Estas tecnologías que conviven con procesos biológicos han sido necesarias para producir diferentes variedades de café, por ejemplo, en la finca de Joel Ortuño se cultivan variedades tales como: Maragogype, Catimor, Catuai, Caturra estrella, y Parainema, especie que últimamente les ha dado buena calidad en cuanto a sabor y rendimiento.

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Alberto Franco, un caficultor colombiano de la zona de Caldas con más de 35 años de experiencia en el oficio, cultiva café triple A Nespresso, un café que ha tenido bastante reconocimiento en el mercado. Sin embargo, éste y más variedades ya no están siendo rentables para los caficultores latinos. Esto se debe a que a comienzos del 2019 el precio internacional del café sufrió una de las caídas más significativas en los últimos 12 años.

La sobreproducción ha sido tanta que la libra ha pasado de costar alrededor de USD 1.30 a costar menos de un dólar, lo que pone en riesgo el sostenimiento económico de las familias que dependen de este cultivo.

Y es que precisamente el Banco Mundial ha señalado que con esta situación el caficultor está en riesgo de llegar a la pobreza extrema, la cual se determina cuando una persona gana menos de 1.90 dólares al día. Con base en esto, un caficultor mensualmente debería ganar USD 57 para estar fuera de la condición de “pobreza extrema” pero en la actualidad los pequeños productores que cuentan con una o tres hectáreas de cultivo, están ganando cerca de USD 21 mensuales.

Bajo esta situación, caficultores como Alberto Franco, se han visto afectados pues señalan que la ganancia no es suficiente para invertir en tecnologías y la mano de obra necesaria para renovar los cafetales que ya han envejecido. De esta fuerte realidad tampoco escapa Joel Ortuño quien señala que:

“Actualmente nos vemos muy afectados con los precios bajos, ya que no hay otro cultivo del cual dependamos tanto y más aún cuando nuestra finca está certificada, pues al vender nuestro cultivo nos lo pagan como cualquier otro café y no obtenemos beneficios por eso”.

Para no exponer al pequeño productor a la pobreza extrema, una libra de café debería costar USD 2.40 según un reciente estudio realizado por Caravela Coffee, un importador norteamericano de café. Además sugieren algunas recomendaciones para aportar a esta industria que mueve el mundo a diario.

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Si eres tostador o comprador:

– Asegúrate de recompensar económicamente a los productores por su calidad, lealtad, inversión en capacitación y constantes esfuerzos para mejorar.

– Comunícate con los productores para discutir los aspectos que realmente importan: incluso las cosas más simples, como la poda de la planta, pueden aumentar la productividad.

Si eres productor:

– Aprende cómo mejorar tu productividad. ¿Qué tipo de fertilizantes necesitas y qué cantidad deberías utilizar? Realiza un análisis del suelo para conocer mejor los recursos con los que trabajas.

– Trabaja con semillas resistentes a la broca. Manten el cafetal jóven.

Si eres consumidor

– Exige transparencia y trazabilidad. Pregunta a dónde va tu dinero. ¿Los productores realmente reciben lo que pagas o alguien más en la cadena de suministro está obteniendo estas ganancias?

– Debes estar dispuesto a pagar más por el café. Incluso 10 centavos adicionales por cada taza podrían contribuir en gran medida a crear una industria cafetera más sostenible.

Fuentes:

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